FUENTE: BBC.
Problemas graves de seguridad, canchas en malas condiciones, estadios vacíos y arbitrajes polémicos… el lado oscuro que empañó la mayor fiesta del fútbol sudamericano, que se jugó en Estados Unidos.
La Copa América 2024, que concluyó el domingo con un dramático final con alargue entre Argentina y Colombia, será recordada por algunos hitos futbolísticos como el récord de títulos que lograron Messi y su escuadra al coronarse campeones y los inesperados desempeños de países como Canadá y Venezuela.
Sin embargo, la 48ª edición del principal torneo entre selecciones del continente sudamericano, que por segunda vez en la historia se jugó en Estados Unidos e incluyó a las selecciones de ese país y Canadá, también quedará en el recuerdo por los gravísimos problemas en su organización, que han generado duras críticas de jugadores, entrenadores y del público.
Los incidentes más serios ocurrieron en la última fecha, cuando la final debió ser retrasada 80 minutos debido a problemas de seguridad.
Tras horas de hacer fila bajo el intenso calor, miles de hinchas -muchos sin boletos- intentaron entrar al estadio Hard Rock de Miami, superando ampliamente las capacidades de las fuerzas de seguridad que habían sido contratadas para controlar el ingreso por los organizadores del evento, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol).
Según los gerentes del estadio, además de retrasar el juego casi una hora y media, esto dejó sin asientos a muchos que tenían entrada y puso «en riesgo extremo» la seguridad de los aficionados.
«La presión de los cuerpos me provocó una sensación de pánico»
Crónica de Ayelén Oliva, periodista de BBC Mundo que asistió a la final de la Copa América 2024
Llegué al estadio dos horas antes del partido. En el ingreso al predio, no pasé por ningún cinturón de seguridad preventivo de los que suelen verse en este tipo de eventos masivos. Una persona sin entrada podía llegar hasta el molinete de ingreso.
Todo empezó a demorarse en ese punto.
La mayoría de los que estábamos ahí teníamos tickets, íbamos con amigos o en familia, había buen clima entre colombianos y argentinos.
La gente que quería entrar por la fuerza era una minoría. La seguridad del estadio no pudo controlarlos, lo que los llevó a cerrar todas las puertas de entrada por más de dos horas.
En poco tiempo, las cientos de personas agolpadas, empezaron a ser miles. En ninguna de esas dos horas hubo información acerca de lo que estaba pasando.
La presión de un cuerpo contra otro, en medio del calor húmedo de Miami, me provocó una sensación de pánico. A esa altura, me importaba poco el partido, solo quería salir de ahí.
Decenas de personas, algunas con niños muy pequeños, empezaron a subirse a los cestos de basura para saltar el alambrado, no ya para entrar sino para salir del lugar donde estábamos atrapados. Al igual que muchos, trepé al cesto y salté al otro lado.
Recién ahí pude recuperar el aire y la calma.
Desde ese momento, hasta que logré ingresar, pensé que no podría ver el partido. Era demasiado caótico. La gente había ido a una fiesta pero, de pronto, el malhumor, la bronca y el fastidio lo dominaba todo.
Esperamos ahí, con calma, media hora más. Parecía que empezábamos a entrar, hasta que el clima se volvió a enrarecer, quedé atrapada en una avalancha humana, que me empujó hacia una de las puertas de ingreso.
Escuché gritos, el llanto de una nena, los ruidos de vidrios de unas botellas rotas en el piso. Todos corrían. Tuve miedo. No quise entrar, pero quedé atrapada en esa ola.
Los efectivos de seguridad, incapaces de controlar el ingreso, abandonaron las puertas y dejaron que el alud humano siguiera su curso.
Recién en el segundo piso, en la puerta que tenía marcada para ingresar, me pidieron por primera vez el ticket, aunque nadie lo registró con un lector digital. En los balances de los organizadores, mi entrada no estará marcada.
Ya adentro, conseguí sentarme en donde me correspondía, sin problemas.
Las luces, la música y las sonrisas de los animadores empezaron a anestesiar la sensación de tensión del ingreso. Unos minutos más tarde, Messi salió a la cancha. Y ahí empezó otra historia.
Trifulca en las gradas entre hinchas y jugadores
El de la final no fue el único escándalo de inseguridad. Cuatro días antes, varios jugadores de la selección uruguaya saltaron a las tribunas y se pelearon con hinchas colombianos tras la semifinal que perdieron con el equipo de ese país.
Según los futbolistas, los espectadores colombianos estaban ebrios y agredían a los familiares de la Celeste, sin que intervinieran los agentes de policía que estaban en el estadio.
La Unidad Disciplinaria de la Conmebol abrió un expediente para investigar lo sucedido y 11 jugadores podrían recibir sanciones.
«Es inadmisible que un hecho como el ocurrido en esta ocasión convierta la pasión en violencia. Por lo tanto, no se tolerará ninguna actitud que transgreda la competencia deportiva y el espectáculo más lindo del mundo que pertenece a toda la familia», publicó el organismo en redes sociales.
Sin embargo, la selección de Uruguay reclamó que no hubo «suficientes medidas de seguridad» para cuidar a sus familiares y denunció a los organizadores.
«Esto es un desastre, tuvimos que ir a la tribuna a sacar a nuestros seres queridos, con un bebito recién nacido. Un desastre. No había un solo policía, cayeron a la media hora. Un desastre, nosotros ahí dando la cara por los nuestros», afirmó desde el campo de juego José María Giménez.
«Ojalá que los que están organizando esto tengan un poco más de cuidado con la gente, con la familia, con los alrededores del estadio, porque todos los partidos pasa lo mismo”, agregó.
Además dijo que hacía su descargo durante la transmisión en vivo -normalmente reservada para hablar sobre cuestiones futbolísticas- porque «no nos dejan hablar en el micrófono».
El pasto, otra controversia
El DT de Uruguay, el argentino Marcelo Bielsa, quien dijo que, lejos de esperar sanciones, su equipo aguarda un «pedido de disculpas» de la Conmebol, cargó durísimo en conferencia de prensa contra el ente sudamericano.
Bielsa no solo criticó la seguridad, sino también otras fallas de la Copa América, como el estado de las canchas, algo que había sido criticado antes por la estrella de Brasil, Vinicius, y por el entrenador de Argentina, Lionel Scaloni.
La mayoría de los encuentros se disputaron en estadios que utilizan normalmente equipos de fútbol americano, que juegan sobre césped sintético.
La Conmebol pidió a los organizadores que todos los estadios tuvieran césped natural, pero varios de los protagonistas de la Copa América se quejaron de que los panes de pasto que se colocaron para el evento dejaron un suelo irregular.
«No hay excusas, pero ciertamente el terreno de juego molesta. La calidad de los campos que vemos en la Eurocopa son completamente diferentes a los de aquí», dijo el delantero brasileño tras empatar 0-0 con Costa Rica en la fase de grupos.
Por su parte, Scaloni se quejó tras el primer partido de su selección, contra Canadá (en el que los argentinos triunfaron por 2-0) que “hace siete meses que sabíamos que íbamos a jugar acá y cambiaron el césped hace dos días«.
«Lo lamento mucho por el espectáculo, el césped no estaba a la altura de estos jugadores, los parches que tenía la cancha nos hacían el juego mucho más lento, hicimos un partido acorde a como estaba el campo de juego y a la complejidad que nos representaba el rival», dijo en conferencia de prensa.
En un encendido discurso tras lograr el tercer puesto, frente a Canadá, Bielsa reiteró sus críticas a los organizadores y los acusó de ser «una plaga de mentirosos» y de haber presionado a Scaloni para que no reitere sus críticas.
«No pueden seguir engañando de que las canchas están perfectas. Hicieron una conferencia de prensa con que era una cuestión visual, que Vinicius no ve, que Scaloni no debe hablar. Todo amenazas. Scaloni habló una vez y se atrevió a decir que las uniones [del césped natural que colocaron sobre el artificial] no cierran. Y los campos de entrenamiento eran un desastre”, reclamó.
Otras polémicas
Si bien la seguridad y el estado de las canchas fueron los aspectos más criticados de esta Copa América, no fueron los únicos.
Ya desde el inicio de la competencia se generó controversia cuando, antes del partido inaugural, se realizó un «mensaje de paz» de tono religioso, algo que está prohibido por el ente internacional del fútbol, la FIFA, que sanciona a los jugadores por cualquier declaración, lema o imagen religiosa, política o personal.
«Dios bendiga a América. El mensaje de Cristo sigue vigente hoy en día. Él nos llamó a la paz, a la comprensión y al perdón. También nos dijo ‘cree’, porque aquel que cree, todo le es posible. Y estas palabras nos alientan a no desanimarmos, a creer en grande y creer que todo se puede.
«Dios bendiga a todas las naciones de América, a cada equipo y a cada deportista, a todos los hinchas, dirigentes y a todas las familias del continente. En el nombre de Cristo Jesús, Amén», se escuchó por los micrófonos del estadio Mercedes-Benz de Atlanta, antes de que inciara el primer partido.
Otro condimento nuevo -y polémico- de esta Copa América fue el primer show de medio tiempo extendido, tipo Super Bowl en el fútbol americano, que se hizo durante el entretiempo de la final, y que estuvo a cargo de la cantante colombiana Shakira.
Si bien muchos espectadores se deleitaron con el espectáculo, algunos en el campo de juego se quejaron por su duración.
«Resulta que hay un espectáculo y podemos salir en el minuto 20 o 25 con la incidencia que puede tener en el físico de los jugadores, que se pueden enfriar. Uno sabe lo que cuestan esos minutos de recuperación en el vestuario», dijo antes del encuentro final el DT de Colombia, Néstor Lorenzo.
Lorenzo también destacó la ironía de que algunas selecciones, como la argentina, hubieran sido sancionadas en partidos pasados justamente por regresar a la cancha pasados los 15 minutos que, según el reglamento, debería durar el medio tiempo.
(Un retraso que algunos atribuyeron a la gran distancia entre la cancha y los vestuarios, otro defecto que fue criticado).
Mundial 2026
Siguiendo con los estadios, otra polémica fueron las gradas semi vacías durante muchos de los encuentros, en especial cuando jugaban equipos de países con menos migrantes en EE.UU., algo que preocupa dado que ese país, junto con México y Canadá, será anfitrión del próximo Mundial, en 2026.
«Acá no pasó nada, fue una fiesta, estadios llenos», dijo, con sarcasmo, Bielsa durante su diatriba en conferencia de prensa.
También el tamaño más pequeño del terreno de juego en algunos de los estadios -dejando, por ejemplo, poco espacio para quienes patean penales- generó críticas y preocupación de cara a la Copa del Mundo.
Volviendo a lo deportivo, otra queja generalizada contra la Conmebol fue el arbitraje y el uso del VAR.
Tanto jugadores y entrenadores como aficionados explotaron de ira por diversas decisiones que podrían haber dado vuelta varios partidos.
Por ejemplo, un penal no sancionado a Vinicius, que podía haberle dado el triunfo a Brasil contra Colombia en la fase de grupos (empataron 1-1) o una falta en el área contra el atacante colombiano Jhon Córdoba, durante la final, que para algunos debió haberse cobrado como penal, al igual que una mano de Colombia reclamada por Argentina.
Con todo, a pesar de que regaló momentos de inmensa alegría y brillo, es probable que esta edición especial de la mayor fiesta sudamericana del fútbol quede en el recuerdo de muchos por todos los motivos equivocados.