FUENTE: INFOBAE.
Tras recuperarse de un accidente mortal, el hombre mostró cambios drásticos en su comportamiento. Una historia que impactó la neurociencia al demostrar la relación entre el cerebro y la personalidad.
El 13 de septiembre de 1848, una explosión en una obra ferroviaria en Cavendish, Vermont, cambiaría para siempre el entendimiento de la neurociencia. Phineas Gage, un joven capataz de 25 años, se encontraba utilizando una barra de hierro para compactar pólvora en una roca cuando una chispa inesperada detonó la carga. La barra de hierro, de más de un metro de largo y casi 4 centímetros de diámetro, salió disparada con una fuerza descomunal, penetrando la mejilla izquierda de Gage, atravesando su cerebro y saliendo por la parte superior de su cráneo.
A pesar de la gravedad del accidente, Gage no perdió la consciencia y, asombrosamente, pudo hablar y moverse por sus propios medios minutos después del lo ocurrido.
Las circunstancias del accidente eran tan extraordinarias que desafían la lógica médica de la época. La barra había recorrido un trayecto mortal, destruyendo partes cruciales del lóbulo frontal del cerebro de Gage. Sin embargo, lejos de sucumbir a sus heridas inmediatas, Gage fue capaz de caminar hasta un carro que lo transportó al cercano pueblo para recibir atención médica.
Edward H. Williams, el primer médico en atenderlo, quedó atónito al ver a Gage sentado y hablando coherentemente, con el cerebro expuesto a través de una herida masiva. La capacidad de Gage para articular palabras y recordar los nombres de sus compañeros de trabajo en medio de una situación tan crítica dejó perplejos a todos los presentes.
A medida que el día avanzaba, el estado de Gage fluctuó entre momentos de lucidez y otros de profunda debilidad. La gravedad de su condición se hizo más evidente cuando John Martyn Harlow, el joven médico de Cavendish, tomó las riendas de su cuidado. Harlow, con un cuidado meticuloso, limpió y trató las heridas de Gage, observando con interés cada signo de mejoría y deterioro. En su diario, el médico documentó cómo Gage, aunque físicamente estable, comenzó a mostrar signos de infección y otros problemas postoperatorios que complicaron su recuperación. Las infecciones y el estado semicomatoso que siguieron pusieron en peligro la vida de Gage durante semanas, hasta que, milagrosamente, comenzó a mostrar señales de mejoría.
La recuperación de Phineas Gage
La recuperación fue un proceso arduo y lleno de complicaciones. Tras el accidente, su estado de salud fluctuó constantemente. El 23 de septiembre, diez días después del incidente, Gage entró en un estado semicomatoso debido a una grave infección en la herida. Su situación era crítica, y pocos esperaban que sobreviviera. Sin embargo, contra todo pronóstico, el 7 de octubre, Gage dio sus primeros pasos fuera de la cama. El Dr. John Martyn Harlow, quien documentó minuciosamente cada etapa de su recuperación, notó una mejora significativa en su estado físico y mental para el 11 de octubre. Gage comenzó a mostrar signos de recuperación intelectual, aunque aún tenía dificultades para realizar tareas cognitivas complejas.
La infección fue una de las principales complicaciones en la recuperación de Gage. Desarrolló una inflamación en el cerebro que requirió intervenciones médicas constantes. Harlow empleó una combinación de técnicas de la época, incluyendo dosis de calomel y aceite de castor, para tratar las infecciones y mantener el equilibrio de fluidos en el cuerpo de Gage. A pesar de estos esfuerzos, Gage permaneció en un estado delicado durante varias semanas. Su capacidad para recordar eventos y reconocer personas se mantuvo intacta, pero tenía problemas con tareas que requerían habilidades cognitivas precisas, como estimar el tamaño de objetos o manejar dinero.
Gage no perdió la consciencia tras el accidente y pudo hablar y moverse (Warren Anatomical Museum)
El proceso de recuperación fue lento, pero progresivo. En noviembre, Gage ya podía caminar por la ciudad de Cavendish, aunque con limitaciones. La pérdida de visión en su ojo izquierdo y las cicatrices visibles en su rostro eran recordatorios permanentes del accidente. Sin embargo, su capacidad para llevar una vida relativamente normal impresionó a todos. En los meses que siguieron, Gage se trasladó a la casa de sus padres en New Hampshire para continuar su recuperación. Allí, lejos del bullicio de la obra ferroviaria, pudo descansar y recuperar fuerzas.
Un año después del accidente, Harlow volvió a examinar a Gage y quedó sorprendido por su recuperación física. Aunque Gage había perdido la visión en un ojo y tenía cicatrices enormes, su salud general era buena. La recuperación de Gage fue tan notable que desafió las expectativas médicas de la época. Sin embargo, los cambios en su comportamiento y personalidad eran evidentes y preocupantes, marcando el inicio de un capítulo diferente y complejo en su vida. Estos cambios fueron fundamentales para la neurociencia, ya que ofrecieron una primera visión sobre la relación entre el cerebro y la personalidad.
Cambios en la personalidad de Phineas Gage
Antes del accidente, Phineas Gage era conocido como un hombre trabajador, competente y equilibrado. Descrito por sus compañeros como una persona enérgica, motivada y astuta, Gage tenía todas las cualidades de un líder nato. Sin embargo, tras el accidente, su personalidad sufrió cambios drásticos que dejaron perplejos a todos los que le conocían. Harlow fue uno de los primeros en notar estas transformaciones y documentarlas detalladamente. Gage, quien antes era meticuloso y respetuoso, comenzó a mostrar comportamientos erráticos e inapropiados, perdiendo por completo las características que le definían.
El Dr. Edward H. Williams quedó atónito al ver a Gage con su cerebro expuesto
El cambio en Gage fue tan grande y notorio que muchos de sus amigos y conocidos afirmaban que “Gage ya no era Gage”. Se volvió irritable, impaciente y propenso a arrebatos de ira. Su capacidad para planificar y tomar decisiones racionales se vio severamente afectada. A menudo, se mostraba caprichoso y vacilante, incapaz de mantener un curso de acción constante. Su conducta grosera era un contraste impactante con la persona que solía ser. Harlow observó que Gage había perdido la capacidad de mostrar deferencia y respeto hacia los demás, un cambio que afectó profundamente sus relaciones personales y profesionales.
Los estudios posteriores sobre el cráneo de Gage, utilizando técnicas de neuroimagen, revelaron la extensión de las lesiones en su cerebro. Se determinó que el daño se concentró principalmente en los lóbulos prefrontales, regiones del cerebro cruciales para el control emocional, la toma de decisiones y el comportamiento social.
En 1994, una reconstrucción neuroanatómica sugirió que ambas cortezas prefrontales, izquierda y derecha, fueron afectadas, lo que explicaba los problemas de Gage con el procesamiento emocional y la toma de decisiones racionales. Otro estudio en 2004, utilizando reconstrucciones tridimensionales asistidas por computadora, encontró que los efectos estaban más limitados al lóbulo frontal izquierdo, confirmando la importancia de esta región en la regulación de la personalidad.
La transformación de Gage tuvo implicaciones profundas para la neurociencia y la psicología. Antes de su accidente, se pensaba que los lóbulos frontales eran estructuras en gran parte inactivas, sin una función clara en el comportamiento humano. El caso de Gage proporcionó una de las primeras evidencias de que estas áreas del cerebro eran fundamentales para la personalidad y el comportamiento social. Los cambios en su personalidad tras el daño cerebral ayudaron a los científicos a entender mejor cómo diferentes partes del cerebro contribuyen a diferentes aspectos del funcionamiento mental y comportamental.
Vida después del accidente
Después del accidente, Phineas Gage intentó retomar una vida normal, pero los cambios en su personalidad y comportamiento hicieron que esta tarea fuera sumamente difícil. Incapaz de regresar a su antiguo trabajo como capataz debido a su comportamiento errático e impredecible, Gage comenzó a buscar otros medios de subsistencia. Pasó un tiempo exhibiéndose con su barra de hierro en Nueva York y Europa, donde la gente pagaba para ver al hombre que había sobrevivido a un accidente tan increíble.
Las infecciones tras el accidente complicaron seriamente la recuperación de Gage (Warren Anatomical Museum)
También trabajó en diversas ocupaciones a lo largo de los años siguientes. Por un tiempo, trabajó en un establo en New Hampshire, donde se encargaba de cuidar caballos. Sin embargo, su comportamiento inestable le impidió mantener este empleo por mucho tiempo.
En busca de nuevas oportunidades, Gage se trasladó a Chile, donde pasó siete años trabajando como conductor de diligencias. Este trabajo requería una gran cantidad de planificación y concentración, lo que sugiere que, a pesar de sus cambios de personalidad, Gage todavía poseía algunas capacidades funcionales. Su tiempo en Chile fue una especie de segunda oportunidad, donde pudo llevar una vida relativamente estable lejos del escrutinio constante que enfrentaba en los Estados Unidos.
A finales de la década de 1850, la salud de Gage comenzó a deteriorarse nuevamente. Sufrió una serie de ataques epilépticos que afectaron gravemente su calidad de vida. En 1860, regresó a San Francisco para vivir con su madre y otros miembros de su familia, quienes se habían trasladado allí durante la fiebre del oro.
Sus ataques epilépticos se volvieron más frecuentes y severos, y el 21 de mayo de 1860, Gage falleció a causa de uno de estos episodios, casi doce años después del accidente que le cambió la vida. Fue enterrado en el Cementerio de Lone Mountain en San Francisco. En 1867, su cráneo y la famosa barra de hierro fueron exhumados y entregados al Dr. Harlow, quien posteriormente los donó a la Escuela de Medicina de Harvard, donde aún se exhiben hoy en día.
Importancia de Gage para la psicología y la neurociencia
El caso de Phineas Gage ha tenido un impacto duradero en el campo de la neurociencia y la psicología. Su historia fue una de las primeras en sugerir que el daño a partes específicas del cerebro podría afectar profundamente la personalidad y el comportamiento. Antes del accidente de Gage, la comprensión de la función cerebral estaba en su infancia.
El caso de Gage proporcionó evidencia crucial para la teoría de la localización de funciones cerebrales, demostrando que diferentes áreas del cerebro están involucradas en diferentes aspectos del comportamiento y la cognición. Los lóbulos frontales, anteriormente considerados en gran medida inactivos, fueron reconocidos como fundamentales para la personalidad, la toma de decisiones y el comportamiento social.
Phineas Gage falleció en mayo de 1860 debido a ataques epilépticos recurrentes (Warren Anatomical Museum)
La influencia de Gage se extendió más allá de su vida, afectando el desarrollo de la neurociencia moderna. Su caso se convirtió en un pilar de la neuropsicología, y sigue siendo una referencia en estudios sobre el funcionamiento cerebral y los efectos del daño cerebral. La imagen de su cráneo perforado y la barra de hierro se ha convertido en un icono en la historia de la medicina, simbolizando la capacidad de la ciencia para aprender de casos extremos y trágicos.