Cómo la sorpresiva incursión ucraniana en territorio ruso está erosionando la imagen de Putin como el protector de la «Madre Rusia»

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FUENTE: BBC.

Kursk.

Es una de las primeras palabras que escribí y pronuncié como corresponsal de la BBC.

En el año 2000 informé sobre el hundimiento del submarino Kursk en las heladas aguas del mar de Barents. En ese hecho murieron 118 marinos.

Vladimir Putin había sido presidente durante menos de medio año. Todavía recuerdo que los canales de televisión rusos lo criticaron por su manejo del desastre.

Esta semana se cumplieron 24 años del hundimiento del K-141 Kursk. Y, una vez más, la palabra Kursk llena mis reportes desde Rusia. Esta vez es por la región homónima, donde las tropas ucranianas lanzaron una incursión sorpresa y donde llevan nueve días ocupando territorio.

La misma palabra.

Pero la Rusia de 2024 es muy diferente a la Rusia del año 2000.

El submarino Kursk luego de ser reflotado en 2001

Getty ImagesEl hundimiento del submarino Kursk, hace casi un cuarto de siglo, le provocó una ola de críticas a Putin.

Esta vez en la televisión rusa no hay ningún indicio de crítica al presidente Putin.

No se pone en duda las decisiones que toma el mandatario ni hay indicios de que haya sido su invasión de Ucrania lo que ha llevado a este momento dramático.

El Kremlin ha tenido un cuarto de siglo para establecer un control estricto sobre los medios y los mensajes rusos.

Aun así, ¿estos acontecimientos perjudicarán a Vladimir Putin?

Es una pregunta que me han hecho muchas veces durante los últimos dos años y medio:

  • En 2022, cuando Ucrania hundió el crucero misilístico Moskva, el buque insignia de la flota rusa del Mar Negro.
  • Unos meses más tarde, luego de la rápida retirada de las tropas rusas del noreste de Ucrania.
  • Nuevamente en 2023, durante el motín de (el grupo mercenario) Wagner, cuando mercenarios armados marcharon hacia Moscú, un desafío directo a la autoridad de Vladimir Putin.

El presidente superó todo eso, aparentemente ileso. Y seguramente estará seguro de que podrá superar este nuevo desafío.

Pero aquí está la cuestión: el motín del grupo Wagner terminó en un día.

La ofensiva de Ucrania dentro de Rusia ya lleva más de una semana. Y cuanto más dure, mayor será la presión sobre los dirigentes rusos y, potencialmente, mayor será el daño a la autoridad del presidente Putin.

A lo largo de sus dos décadas y media en el poder, Putin ha cultivado la imagen del «Señor Seguridad», el único hombre en este vasto país capaz de mantener a los rusos seguros y protegidos.

Su llamada «operación militar especial» (la invasión a gran escala de Ucrania) fue presentada al pueblo ruso como una forma de reforzar la seguridad nacional de Rusia.

Dos años y medio después de esta guerra, no hay muchas señales de que estén «seguros y protegidos».

Hay más presencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en las fronteras de Rusia: Suecia y Finlandia se han unido a la alianza.

Las ciudades rusas son objeto de ataques regulares con drones ucranianos y ahora los soldados de ese país se están apoderando de territorio ruso.

Mediante su elección de lenguaje, Vladimir Putin está tratando de mostrar al público ruso que no hay necesidad de entrar en pánico.

Al referirse a la incursión ucraniana ha evitado utilizar la palabra «invasión». En cambio, ha hablado de «la situación en la zona fronteriza» o «de los acontecimientos que están teniendo lugar».

El líder del Kremlin también ha calificado la ofensiva ucraniana de “una provocación”.

¿Qué hará a continuación el presidente ruso?

No hay que esperar que vaya a levantar el teléfono para llamar a Kyiv.

Los funcionarios rusos han dejado claro que, tras el ataque ucraniano, están dejando en suspenso la idea misma de las conversaciones de paz.

No es que se hubiera programado ninguna negociación a gran escala.

De hecho, esta semana Vladimir Putin anunció exactamente cuál es su intención: “expulsar al enemigo del territorio ruso”.

Una cosa es decirlo, otra es hacerlo. A pesar de desplegar refuerzos en la región de Kursk, el ejército ruso aún tiene que recuperar el control en esta parte de Rusia.

Mientras pasaba por el Kremlin el jueves por la mañana, me detuve en seco.

Mientras los trabajadores preparaban los asientos y las pantallas para un evento, el clásico «Non, je ne regrette rien» (No, no me arrepiento de nada) de Edith Piaf se reproducía en una gran pantalla de video y resonaba en la Plaza Roja.

Fue un momento muy surrealista.

Vladimir Putin no ha dado señales de arrepentimiento por haber lanzado la invasión a gran escala de Ucrania.

No se arrepiente de las decisiones que ha tomado desde entonces.

Si sus declaraciones públicas reflejan su estado de ánimo actual, todavía cree que sólo hay un resultado posible para esta guerra: la victoria de Rusia.